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Cuando tu vida es tan perfecta que nadie la querría tener porque sacas todo lo bueno a la luz y nada malo,

lo malo para dentro siempre que nadie te vea llorar, que nadie te vea bailar canciones antiguas, que nadie te vea vivir lo que nunca dejaste vivir.

Que todo lo hagas en la oscuridad donde ahí sí eres tú, y cuando enciendes la luz eres capaz de romper un trozo de tu vida para que no pienses que eres imperfecta, ¿qué triste, no?.

Qué triste es tener todo tan sumamente perfecto, que nadie pueda caer en tu imperfección y enamorarse porque el amor no es perfecto,

 más bien es imperfecto, 

lleno de gente con detalles perfectos pero que se dejan caer en la imperfección. Por eso no quieres caer en el amor, porque crees que es tan perfecto, que no quieres que te saque de tus casillas y te deje ver la dulce y alucinante realidad.

Qué vida más imperfecta dios santo, ¡déjate ver!.

Con un toque áspero y sincero.

Y cuando te vea voy a reventarte a hostias llenas de besos y de dolor fuerte,

 tan fuerte que se te va quedar la marca de mis manos color rojizo.

Cuando te vea te daré abrazos llenos de amor y de odio,

 mas odio que de amor, que es lo que quiero de ti,

 un odio tan grande que hagas que me olvide de ti porque me odias tanto como yo a ti.

Voy a reírte hasta que rías tú sin saber el porque,

 como yo tampoco sé,

 quiero saltarte por encima porque ojalá ese salto signifique un adiós y te de las espalda como haces tu con el amor.

Voy a escribirte como estoy escribiendo ahora

como una loca sin fin que quiere cargarse el teclado del ordenador,

como si cada tecla fuera un lunar de tu cuerpo.

Que se note que he estado yo,  que te he dado palizas de amor, de odio y de quererte aún más sabiendo que día te voy a volver a ver.

Quiero acabar con estas ganas de matarte, de quitarme este aliento que no sale de aquí, de dejar respirar tan fuerte como si me escuchases.

Y de dejar de sentirme una idiota porque quien sabe cuándo  leerás esto,

 y quién sabe si ahí te has dejado conocer, y has conocido el amor y yo ya no esté.

Postura diecisiete.

Me pregunto más veces que qué quiero que veces me las respondo.
Me las hago de todas formas, agresivas, divertidas y dulces pero de una forma u otra solo termino cabreada porque no sé lo que quiero.
Soy tan indecisa como bipolar,
tan idiota como pesada,
y tan de sorpresas como impaciente.
Puedo ser tan estresante en un minuto que solo consigo aminorarlo,
dando vueltas en el colchón para ver en que postura ver tal y como es lo que cae a los pies de la cama y cómo saber no dudar, y sí aclarar.
Ahora estoy en la postura número diecisiete, en la que siempre me quedo y no logro alcanzar un grado más.
Será que ésta es la mia, será o no será, pero las sabanas no me dejan avanzar más.

Hasta el fin del arrastre.

Todos piden paciencia pero saltan con cualquier chispa,
me piden que les de algo que yo no tengo pero que ven todos los días en mi,
y yo les digo “no puedo darte algo de mi que ni yo misma lo conozco" y todos me piden mi paciencia,
y aún sigo buscándola e intentando ver cómo he soportado sin paciencia que todos dicen de yo tener.
Pero la encontre cuando todo me vino grande, como una abalancha de nieve cargada de miles de kilos muy pesada que me arrastro hasta llegar al suelo.
Pero la encontre, encontré lo que todos me reclamaban, sólo en el momento que la necesitaba.
Por eso he aquí lo que os digo “encontrarás lo que ni tú sabes que necesitas cuando la abalancha te llegue".

Días buenos y viceversa.

Buenos días, hoy he decidido levantarme como un día cualquiera pero a la vez distinto.
Al empezar me he visto con legañas y con el pelo a lo loco
y me he reído, con la esperanza de que algún día me levante como me haya levantado,
peinada y con medio ojo pintado.
Con la esperanza de que todos no estén y no me den prisa para empezar un sábado raro,
que es lo que yo quiero.
Ver que nada ha cambiado, que parece que ha pasado un terremoto por casa y yo sin darme cuenta.
En definitiva, quiero un día en el que todos los errores convertidos en persona o en sucesos no vengan,
o si vienen que sea para venir de paseo con mi poca importancia.
En el que la música me acompañe a todos los rincones de mi casa,que llegue a todos los huecos vacíos de mi cuerpo y termine de rebosar los llenos.
Con esto tan simple puedo decir buenos días criaturitas, desordenar lo de los demás y ordenar lo vuestro.

Lo sumiso de nuestro amor.

Lo desesperado que es el amor,
que hasta el ser más contrario a él necesita de su sabor,
"eso no va conmigo, no quiero estar mal cuando se acabe" decía,
y el segundo ser ser reía pensando
"lo vas a tener cuando alguien te escoja por un rato o por un no rato en tu vida".
Y ese ser era yo, y el que reía, mi inconsciente.
Me decía "qué sucio es el amor,
y que ilusiones mas tontas propias de películas, y que finales más tristes de realidad".
Y caí, como una pava, caí.
La propia historia que empieza con un no te quiero chaval, y luego éste se apodera de todo tú.
Donde el tú, o sea el yo, no paraba de pensarte,
de recrearme en ti, de estar contigo pero sin ti,
por la distancia entre nuestras figuras.

Qué tonta fui, pero que maravillosa me sentía...
y me siento.
Lo volvería a repetir.

Caos de martes.

No es plan de ponerse meláncólico en este día tan propiamente meláncólico,
en este martes donde todo lo vemos lejos,
que el día no acaba,
que el viernes aún tarda en llegar, que nos mandan más trabajos de lo que tenemos, pero a la vez decimos que es martes,
que hay tiempo para hacerlo pero no, siempre llegamos al viernes y hay más cosas sin hacer que el martes y así sucesivamente.
Que desorden que empezó provocandólo los lunes, y que bien lo lleva el martes.